lunes, octubre 13, 2003

Ya es tubo bueno:
abjuro de este ego mío, mi hado.

Al haber no más nada qué garabatear
en esta medianía,
declaro oficialmente este espacio caputeado.

¿Y?

domingo, octubre 12, 2003

Algo aquí se está echando a perder.
No puedo no insistir:

No entiendo a La Literatura.
La Literatura no me entiende.

En este momento, mi ego es un avechucho desplumado.

Afortunadamente,

La Literatura es un invento increíble.
Yo paso la vida dormido.
El ego es un eco mal pronunciado.

miércoles, octubre 08, 2003

Nadie escribe porque sí.

lunes, octubre 06, 2003

La escritura debería tener siempre algo de herético. Siempre habrá sistemas por transgredir.

viernes, octubre 03, 2003

El lector soy yo.
Siempre.
Solamente.
Y luego resulta que le estamos apostando todo a la escritura, como si las respuestas estuviesen ahí.

En todo caso lo divertido, lo verdaderamente adictivo del asunto, es que sabemos, intuímos que las preguntas precisas pueden ser formuladas por medios sígnicos.

Entonces tomamos al lenguaje y nos ponemos a jugar lotería con él. Claro, la casa gana.

martes, septiembre 23, 2003

¿Es este un mensaje?
Las letras se nos están desfondando. La apuesta por una literatura directa, que pretende decir o establecerse en la verdad, usando el lenguaje como chambona herramienta de uso, es cada día más pobre. Más sosa. La otra, la de las letras experimentales que buscan apantallar por sí mismas, va corriendo en la dirección contraria: los contenidos están chorreando y haciendo charcos que pronto se evaporan o terminan oliendo mal.

¿El hilo negro? Claro que no, la cosa siempre ha sido así. El asunto está en seguir escarbando, haciendo hoyos, espeleogisando. La literatura es el imperio de los topos.

lunes, septiembre 15, 2003

Las letras romas son como el aceite. No sé exactamente por qué, pero ha de ser así.

martes, septiembre 09, 2003

Hete que la crítica:
observaciones de emergencia
*

En todos los casos, la crítica debería tener siempre fines telúricos. Incidir quizá sería su verbo más elemental, y unas cuantas sus premisas fundamentales:

1. Servir de contrapeso a la creación, ya que ésta tiende fácilmente al crecimiento excesivo y al desorden, creando atmósferas sobrecargadas e irregulares.

2. Funcionar como veta de argumentos que puedan servir al observador a la hora de acercarse al suceso creativo, además de enriquecer su experiencia visual.

3. Acrecentar el ámbito de la creación por medio de la reflexión, parte crucial a la hora de considerar como tal un momento histórico-artístico determinado.

Número Uno. La crítica como contrapeso de la creación. El arte está repleto, de forma natural, de grandes egos que buscan exponerse (su obra, su discurso) en el espacio compartido de las observaciones. Todo artista tiende a posar: esa es, al final, su circunstancia definitoria. La creación, particularmente la obra, no es sino cierta aproximación a un lenguaje que en el artista no puede ser significado de otra forma. Es un ensayo de conciencia.

Esto, claro, partiendo de una premisa que acepte como artista a aquel creador que, al tanto de la línea tradicional a la que pertenece, decida y consiga situarse como fenómeno autoreferencial suficiente, esto es: un creador con voz propia y criterios bastantes.
En este rubro, el fin de la crítica es descascarar, uno a la vez, los recubrimientos del suceso artístico. El dilema: dividir (diferenciar) suceso y sujeto. En su función de contrapeso, el papel de la crítica es, a través de elementos como la comparación, la búsqueda de antecedentes y la muestra de peculiaridades, ubicar a la pieza artística en su contexto particular de creación, relacionarla con su línea histórica tradicional, y tratar de comprender, explicando, porqué y cómo es que tal muestra cifra tales valores.
Quizá su fin más árido, se trata al final de un proceso de decantación de criterios: evidenciar a la creación por el peso de sus partes. Es aquí donde el crítico corre uno de sus riesgos inherentes: ser tomado por aguafiestas o matapasiones; en todo caso, es un trance mínimo, de antemano asumido por quien transite por estos lares.

Aquí una aclaración pertinente. No se trata de aplicar un formulario que, a través del reconocimiento o no de ciertos criterios, dé como resultado la calificación o descalificación de una pieza. Los valores estéticos, esencialmente reactivos, no pueden revestirse de categoría. Toda crítica es manifestación irremediablemente subjetiva. Luego entonces, el crítico es un bicho especular, una suma de reflejos.

Número dos. Enriquecer la observación. El juego de la crítica habría de apostar, en gran medida, al robustecimiento de los tópicos que considera el observador. Se entiende, se desea en todo caso, que el oficio del crítico sea el de un observador especializado quien, a través de lecturas, observación y reflexión continuadas, llegue a desarrollar una particular teoría de la imagen que sirva de asidero para quienes busquen en el campo de lo visual algo más que la mera impresión inmediata.

En este mismo rubro, cabría la labor del crítico como propiciador del consumo artístico. Propiciador, en tanto que sus argumentos de apreciación puedan traducirse en interés por conocer o profundizar en el suceso del arte. Consumo, más allá de su carga monetaria, como necesidad de saber que es cubierta tanto para los propios creadores como para galeristas, curadores, promotores u observadores simples.

Particularmente importante sería la injerencia de la crítica sobre el individuo común, no especialmente interesado en el campo de las artes. El ciudadano promedio no va por ahí, por la vida, preocupado por cierta caída en el estilo de tal pintor, no pierde el sueño porque la influencia de tal fotógrafo no ha sido valorada, ni se come las uñas porque la crítica en Tijuana sea reflexionada en una mesa de trabajo. Esa sería la empresa de la crítica: hacer del arte un tema cotidiano, infiltrarlo en las filas del día a día.

Número tres. La crítica como signatura. Probablemente uno de los más evidentes signos de consolidación de un estadio particular de la cultura, es su capacidad para pensar en sí mismo y afirmarse en términos reflexivos.

Ubicar, entender el fenómeno de la creación únicamente por sus productos artísticos, sin considerar su visión autoreferencial o su discurso introspectivo, es pretender trocar al todo por una de sus partes. Naturalmente, el resultado puede fluctuar entre la parcialidad y la miopía.

La reflexión escrita puede convertirse en un sano intento por exorcizar los demonios de la observación. Divagar, especular en voz alta (o tinta fuerte), hacer maromas metafísicas acerca de la impresión, de la expresión o de la función plástica, y convertirlas en comentario público, son intentos por combatir la inercia de la sola creación, nunca del todo confiable en tanto necesariamente parcial.

Al final, toda reflexión es significativa. Quizá haga falta precisamente eso, hacer un uso constante y compartido de la inferencia estética, como parámetro no de la plástica en sí, sino de la percepción que de ésta se tiene. Se trata de idear un autorretrato.

Crisis y conjuro

Dice David Huerta refiriéndose particularmente al rubro de la poesía: “Confieso que es nada más una impresión, pero he notado que entender un texto poético no entra en las intenciones de los lectores modernos; al menos, en el ámbito mexicano del que puedo decir que más o menos me resulta familiar. Es como si los lectores renunciaran de antemano, en el momento de plantarse frente a un puñado de versos, a ejercitarse en cualquier tipo de esfuerzo de orden intelectual”.

Me parece que un juicio muy similar puede ser aplicado al campo de las artes visuales en nuestro entorno. En buena medida, en los más de los casos, se ha renunciado a la posibilidad de considerar (y referir) a la obra artística desde otro ángulo que no sea la impresión primera o el discurso emotivo, más emparentado con la apología que con el análisis.

Mucho se ha hablado del desarrollo de la plástica bajacaliforniana, de lo abundante de las propuestas y lo numeroso de los prospectos. De igual manera, quizá en proporción inversa, se ha comentado (con justa razón) que ante tal auge en el ámbito de la creación, el oficio de la crítica ha quedado rezagado, con numerosas deudas pendientes en tanto reflejo (o refracción) del ejercicio creativo.

¿Qué puede significar este desfase en términos de obra y crítica? De entrada, refiere un fenómeno natural en el ámbito de las artes. Para que exista la crítica, es necesario que haya obra qué criticar, y no a la inversa. La obra puede existir por sí misma, en tanto que su comentario le está supeditado.

Salvando este factor, queda el asunto de la naturaleza de la creación. Ésta, como expresión del hombre, se da de una forma más natural que la crítica, oficio acaso menos poético y por tanto menos llamativo para la creación en general. Es más fácil enamorarse de un pintor que de un crítico.

Finalmente, mas no en último lugar, se trata de un asunto de educación. Con base en las inquietudes artísticas del público en general, los apoyos que a los interesados en estos rubros han sido dados, en general se han limitado a la formación de creadores, dejando a un lado el imprescindible ámbito de la observación (y con él la crítica) hasta convertirlo en un terreno apenas frecuentado, generalmente, por ocasionales comentadores.

Ante todo, ha hecho falta un compromiso real, un verdadero interés por quienes pretendemos tomar con seriedad el asunto de la observación comentada. Periodistas, escritores, académicos, artistas y observadores, todos tenemos parte. Es un asunto de decisión, arrojo y terquedad sobre todo.

¿Qué hacer? Las instituciones, ya se sabe, son esencialmente reactivas. Para que exista el apoyo a la crítica, es necesario que la crítica en potencia exprese la necesidad de formación en su ejercicio, de preparación visual y especialización de los criterios.

La observación continuada, la lectura constante de crítica profesional, el ejercicio escrito de las conclusiones producto de la reflexión, la firme intención de crecimiento (que implica, por supuesto, el oficio de la humildad) son los caminos a seguir.

Oficio de locos gozosos (Los locos somos otro cosmos, O. De la Borbolla dixit), la crítica existe como manifestación de la obsesión, del embrujo, de la adicción que puede generar la plástica como experiencia de vida. Cosa viva, se trata de un suceso, no de un estado.

Lo ideal sería encontrar un juego de pesos y balanzas que reditúe un sano equilibrio: pensar la plástica al tiempo que comentarla. Equidistar reflexiones y referentes. Valerse de la crítica para saborear más y mejor la experiencia estética. Enriquecer la observación con el argumento sustancioso. Hacer accesible y deseable el producto visual.

Finalmente es una obsesión. La presencia descubierta puede ser un poderoso revulsivo mental. El camino que va del suceso plástico al desentrañamiento particular por la interpretación, está lleno de apremios. Nuestra guardarropía visual está urgida de asideros. Se trata de una emergencia.

* Texto leído el pasado domingo 7 de septiembre, en la mesa de discusión “Crítica de la Imagen”, en el Centro Cultural Tijuana, como parte del Festival Fotoseptiembre 2003.

lunes, septiembre 08, 2003

A toda costa: -(suspenso)-
Las letras están haciendo agua. Se solicita maza encefálica. Discursos de altura. Agarraderas mentales. Gente sabia. Algo de algo. Urge. Hace falta.

jueves, septiembre 04, 2003

A pesar de haber perdido muchos, la literatura ha encontrado la manera de reponer siempre sus dientes. Sigue royendo.

lunes, septiembre 01, 2003

La vorágine:
una palabra que se chorrea al sudor de la mano, la sintaxis acitronada en mantequilla y pimienta, los acentos crepitando, y esa idea que se escurre por los bordes guiñados de la intención como cera que se derrite. Todo es letras y sudor, retórica al gratín, mordeduras de signos que se reblandecen en sus propios jugos y terminan por dorarse. La escritura es una gran cocina, pan caliente y puntos suspensivos. Un salado vapor me hidrata.

viernes, agosto 29, 2003

La escritura tendría que salir de algún lugar a medio camino entre el diafragma y la coronilla. Gran chasco, casi siempre termina siendo garrapateada por los dedos. Ciertamente, sé de algunas excepciones; lamentablemente no me vienen al teclado. Qué pena.

martes, agosto 26, 2003

Vamos zurciendo nuestras entendederas con palabras, y terminamos envueltos en la urdimbre mareadora de nuestra propia invención. Por eso me caen bien las letras: por anabolenas.

miércoles, agosto 13, 2003

Tenemos que idear una forma de hacer de las letras un rompecabezas. La comodidad o la medianía son tan fáciles como peligrosas. Sólo las crisis verbales nos mantienen palabrando. Ansiamos jaques.

martes, agosto 12, 2003

Hágase la interactividad.
Lo curioso de todo esto, es que al escribir nos vamos formando una imagen signal de nosotros mismos. Así, por las letras, nos intuimos como entes verbalizables, afianzables por una curiosa parcela de ideas, poses y demás marañas definitorias. Nos vemos por los dedos, extensiones no nuestras sino de la pluma o el teclado, y a ellos confiamos nuestro perfil histórico: confiamos en que la escritura nos hará de alguna forma perdurables...

viernes, agosto 08, 2003

Revelador: escribir y caminar descalzo sobre el hielo son experiencias turbadoramente similares...

lunes, agosto 04, 2003

Y el pensamiento que es como una esponja rebosada, y uno queriendo enfilar las letras para que fluyan en aguacero: vaso medio mojado.

lunes, julio 28, 2003

Las letras.
Alas trizadas.
Las palabras viven en permanente estado de éxtasis. Somos nosotros los matapasiones.

domingo, julio 20, 2003

Aunque la escritura es ominosamente lineal, ha aprendido (la muy desvergonzada) a mordisquearse la cola.

viernes, julio 18, 2003

No entiendo a las letras. Las letras no me entienten. Se trata de una relación enfermiza, disfuncional y posesiva. Me incomodan, me causan comezón, me arañan, no me dejan dormir, me ponen de mal humor, me hacen ruin y ruinoso, me amedrentan en el peculio, nunca me escuchan, nunca me hacen caso, me pasan por encima y por debajo. Pobrecitas. Necesitan tanto de mi. Ja con acento en la a.

martes, julio 08, 2003

Las letras: Es que nosotras no sabemos... nomás estamos...
El escritor: Pero si yo nomás soy el instrumento... Yo no pienso, sólo escribo...
El lector: Yo no sé... eso fue lo que entendí...
El crítico: El castigo no tiene la culpa... ¡Ejecútese!

*

martes, julio 01, 2003

Entonces las letras contraatacan: uno a uno vamos cayendo mudos, incomunicados, hasta el siguiente encuentro.

viernes, junio 27, 2003

La constancia es cosa de péndulos y estalactitas. Toda escritura pegadora es producto de intermitencias en el pensamiento, afiladas. Abomino lo monorrimo.

jueves, junio 26, 2003

Ahora me tropiezo con el aceite grueso de la escritura apretujada: nada tan atroz como la puesta en tinta de lo detestado.

lunes, junio 16, 2003

G E O M E T R A N Z A S

* La literatura es una sucesión de puntos acomodados estratégicamente: de ahí que un poema sea tan parecido a un círculo.
* Por la escritura pintamos nuestras rayas vitales, ya obsesiones chicas, comezones fundamentales o etcéteras pormenorizados.
* Sin embargo, la escritura necesita de garabatos para no pasmarse: de ahí Góngora, Lezama Lima o Tablada.
* Octaedro es una bella palabra.
* La novela es una gran hipérbola, jaspeada de hiperboles.
* El cuento es otra cosa: en todo caso un vertice.
* Si observamos bien, la geometría es una gran metáfora.
* Si observamos mal, las imágenes se difuminan.

jueves, junio 12, 2003

La poesía no es un asunto inasible. Esas cáscaras de cosa divinal, intangible y sublime (luego prelógica) son estratagemas tangenciales para evitar el asunto gordo y comprometido de pensar el poema. La idea es de David Huerta. La lectura es mía.

martes, junio 03, 2003

- ¡Señor, señor, creo que hay un significado en mis palabras!
- Calla, hijo mío. No sabes lo que dices.

*
Sin embargo, el mundo parece aferrarse (herrarse avorazado,enfierrarse) a sus estructuras funcionales: llega entonces la escritura, arroja una cáscara de plátano al vacío que existe ente un significado y otro, y todos terminamos riendo, muy contentos, tomados de las manos.

viernes, mayo 30, 2003

La escritura está hecha de palabras. Quien opine lo contario, opina lo contrario con palabras. Por eso la cábala nos intriga: los orígenes nos llaman. Nuestras estructuras (aleatorias, formalitas y blandengues) son varillajes de signos atornillados: palabrajes.

miércoles, mayo 28, 2003

También afirmamos (con una certeza que da miedo) que el conocimiento es cosa acumulable: estibamos lecturas, almacenamos citas, nos acuartelamos en nuestro infalible andamiaje referencial. Y así vamos por la vida, coleccionando libros como estampitas y referencias oportunas (crípticas, prestigiosas, relumbronas ellas), esperando el momento propicio (la menor provocación) para desenfundar nuestro acervo brilloso.
Afortunadamente (fortunota mundanal), entonces viene el diablo blanco y ¡zaz! te come la patita.
El conocimiento de hoy es cosa vieja, útil y divertida pero vieja, siempre.
Así y todo, el hoy no tiene asideros y el futuro es pura premeditación pura.
Por eso seguimos aullándole a la luna.
Por eso ritmamos.

martes, mayo 27, 2003

La objetividad no es sino una cosificación saboteada de origen.
La materia de la escritura es intangible. Hasta el realismo más severo es solamente una puesta en tinta de ese elástico inasible que es el pensamiento. Es por eso que nos refugiamos en las letras: siempre hemos necesitado de cedazos. Lo otro, es otra cosa.

jueves, mayo 22, 2003

¿Poner en palabras o idear palabrando?

martes, mayo 20, 2003

El problema es creer que el lenguaje funciona por sí mismo, que tiene autonomía de vuelo. Abstraerlo es inventarle propiedades cartesianas de las que carece. La lengua lengua, es aquella cosa que nos hemos inventado para vulnerar al mundo a través de la invocación. La lengua lengua es un apéndice maestro.

viernes, mayo 16, 2003

Relectura y palimpsesto:
José Carlos Becerra. Los signos de la búsqueda

Motivo para sustentar muchos años de pesadillas: ya traspongo los barrotes que resguardan el túnel, que termina en las cuevas submarinas, me araño, me desangro, al fin encuentro una roca saliente donde encajo mis uñas, que crecen por instantes para salvarme. Desde la puerta del boquete, empiezan los carceleros a introducir largas varas con tridentes, entonces llega el perdón y el despertar. O no encuentro la piedrecilla y ruedo por el túnel hasta el chapuzón, pero los tiburones dormidos flotan ininterrumpidos en el aceite de sus músculos abandonados a la marea alta y a la flacidez. En la medianoche, una pequeña embarcación empieza a remar hacia Cemí.

José Lezama Lima. Paradiso.


Ya no será necesario que huyan, / he estado mordiendo pacientemente vuestros corazones, / esperando el soñado contagio, / pero ha sido inútil, ustedes le temen a su propia divinidad, / y de sus corazones huyó el hombre que un día quisieron ser.

José Carlos Becerra. “Licantropía”.



Como en el camino de la antítesis trazado por el mundo griego, Becerra conquista dicho artificio vital del verbo entre la causalidad y la metamorfosis. La causalidad aparece como una sucesión de lo visible, en tanto la metamorfosis lo sumerge en las aortas de las oscuras aguas somníferas. En su metamorfosis hay una lucha entre el fuego y el sueño, donde el fuego edifica la palabra y la pausa el sueño que se ajusta a la conciencia lezamiana aprendida por el poeta.

Daniel Téllez. “La escritura de José Carlos Becerra. Materia verbal de un extenso poema”.

*

¿Hacia dónde nos dirigen los epígrafes? Evidentemente hacia el abismo argumental, hacia lo otro referente, hacia lo que más allá significa; se trata en todo caso de un recurso mediático y chambón para decir más escribiendo menos.
En este caso particular, la tríada epigráfica no es más que un pretexto, naturalmente, para asir la sustancia de las letras que nos hacen ruido y convocan hoy y aquí, a la lectural salud del tabasqueño: José Carlos Becerra. Los signos de la búsqueda. Quizá se trate de un recurso aproximativo para dar con los mecanismos que sigue el entendimiento que se infiere lógico o se presume como tal: causa y efecto, fundamento y estructura, pienso luego existo; son probablemente esos signos que el título nombra y anticipa.
Antes que otra cosa, una aclaración pertinente: toda relectura a una relectura termina por convertirse en una plusmetalectura, cuestión inevitablemente borrosa: la línea entre el ditirambo y la diatriba es peligrosamente fina; ambos extremos son fatalmente tentadores, y ambos resultan poco serios. Ya que la objetividad es cosa disoluta, quizá, como medida precautoria y ejercicio de cautela, habrá que ir por partes.

i
Referentes, puntos de apoyo renovados son los que brinda el pequeño libro. Hablar de José Carlos Becerra, poner en tinta su lectura y desglose argumental, es sin duda motivo de especulación y aviso de urgencia: a más de treinta años de su más reciente viaje a Brindisi, la lectura al oriundo de Villahermosa parece asunto ominosamente postergado, ya por negligencia, ya por descuido o ensordecimiento. Las convenciones, conveniencias, costumbres y usos que circundan, sobrevuelan y determinan al mundo de las apariencias formales que son nuestras letras, han llevado poco a poco o de porrazo a las hormigas, al otoño y a los hechos de Becerra a una especie de limbo peligrosamente estático: queda la impresión de que las consideraciones son pocas, las reimpresiones escasas y la reflexión infrecuente: aún cuando esto no sea exacto por paranoico o alarmista, su sola consideración resulta ya significante: así, la relectura espera y exige inminencia.

ii
José Carlos Becerra: bárbaro inusitado; lengua larga; plumaje ardoroso; amante del abismo. Su poesía tiene no sé qué de llamado de auxilio y de flujo bestial. Cascada de lagartos, discurso de insectos, reverberancia de ciudad atroz y bestia civilizada: leerlo, pensarlo y escribirlo resulta más un ejercicio catártico que un desentrañamiento programado; nada luego de su lectura puede ser inocuo; Becerra y la inocencia se perdieron mutuamente, para siempre. Su línea versal, hipérbole programada y aparente fluctuación, es un recurso doloso, una estratagema escritural puesta a cultivo en el caldo de las interpretaciones muchas: todo lector es una víctima, toda enunciación una trampa.

iii
Faltan lecturas, y resulta sorprendente: el México norteado desconoce (ignora, no sabe, ha postergado) a Becerra. Si revisamos el directorio de Los signos de la búsqueda, descubrimos que las lecturas y reflexiones de este libro, al fin apariencia que es verdad evidente, surgen de plumas y teclados que habitan ámbitos geográficamente más cercanos al del poeta. Las muchas y muy pocas conquistas a esta barbarie nuestra que nos habita y define nos urgen, aquí, hoy, una reconsideración. Los débitos nos definen a nosotros, los aludidos. José Carlos aguarda.

iv
Los signos de la búsqueda, naturalmente, como expresiones lecturales a voz en tinta, como muestrario de perspectivas particulares de interpretación. Ideas generales: utilizar el recurso de la referencia para situar a Becerra en el ámbito glorioso de la literatura universal; redimensionarlo tanto hacia adentro como hacia fuera, por sus signos evidentes. Más adelante, una idea crucial: la lectura del poeta a través de sus símbolos. El desprendimiento necesario y difícil del autor y su obra: su vocación cartesiana de peregrino y duda sistemática del mundo y sus demonios. La mecánica histórica, el papel social de la escritura poética; los laberintos de la creación que asume y egosume.
Relecturas, pues, consideraciones de circunstancia y puestas en perspectiva de la obra poética: en casi todos los casos, de casi todas las formas, puesta en marcha de la mecánica pensamental para desentrañar el asunto pedregoso de la función poética. Lectura que se agradece, pues deja a un lado el recurso fácil, por inmediato y sin prisa, de la referencia biográfica o anecdótico-bibliográfica. En el libro, los misceláneos de vivencia y personaje, son mínimos. Repensar a Becerra es la consigna.

v
Daniel Téllez logra su cometido: de entrada, Becerra se convierte en pretexto y argumento de sí mismo. Materia verbal es la apuesta del texto, y su cauce son una serie de lecturas particulares, de interpretaciones que juegan a desglosar y hacer evidentes estrategias, estadios, voces y lugares del poeta.
Quizá frases clave, apoyaturas conceptuales o revelaciones de lectura, el texto de Téllez juega al significante clave y a lo fractal hecho secuencia; cada parte busca revelar el todo, la lectura es única y múltiple a un tiempo: ritmos y retorcimientos en la lengua de Lezama Lima, la oscuridad de la palabra como iniciación y conjuro, la apuesta de Becerra por el flujo sobre lo fragmentario, su escritura: bestia que sangra, la muerte como sustrato, el acto poético como iluminación histórica, pérdida y reencuentro del paraíso, la pluralidad hecha sustancia. Dos citas: “... la poesía de José Carlos Becerra no aspira, ni puede, a modificar la marcha del tiempo vivido (el viviendo) ni eludir el pensamiento ni el encuentro del poeta consigo mismo.” Y un poco más adelante: “Becerra cree, como Borges, que la eternidad anhelada con amor por tantos poetas es un artificio espléndido que libra de la intolerable opresión de lo sucesivo y del tiempo”.
Así, la lectura de Téllez es un replantear la escritura de Becerra es términos de sustancia y estrategia: el flujo enunciativo puesto en el ámbito de lo escritural-trascendente. Indagar, cuestionar, desentrañar, poner en evidencia al poeta a través de los medios que brinda su escritura: aliarse con el texto para desenmascarar el signo del signo que es su escritura reinventada por la lectura.

vi
La fragmentación es inevitablemente la estrategia del discurso analítico; incluso el flujo ardoroso de Becerra puede ser hecho disección, tajada y trozo. Suceden sin embargo dos asuntos:
- Un discurso segmentado es necesariamente resignificado;
- Toda relectura es un abismo signal, un palimpsesto interpretativo.
Esa es la virtud primera de Los signos de la búsqueda: se trata de una invitación al descascaramiento de Becerra, al reflujo de sus lecturas. Guía de lectura, directorio de acotaciones o llamado a la presencia, hablamos de un paseo por algunas concepciones lecturales de nuestro tiempo, siempre signo y evidencia de lo que somos y pretendemos. En este sentido, el libro es manifestación del suceso poético Becerra no en sí mismo, sino en nosotros como potencia. Los signos de la búsqueda es el largo y sinuoso camino que va de Brindisi a nuestras manos y experiencia. Esa es la misión que debemos aceptar.


** Daniel Téllez, Luis Robles et al. José Carlos Becerra. Los signos de la búsqueda, selección y prólogo de Miguel Ángel Ruiz Magdónel, CONACULT, México, 2002 (Fondo Editorial Tierra Adentro, 254), 117 pp.

*

miércoles, mayo 14, 2003

Hoy en L E T R A R T E, suplemento letrero de Bitácora:

* Letrarte... y otras grafomanías.
* Signo, duende y destino: entrevista con Eduardo Arellano.
* "Y lo vi con mucho placer", fragmento de la novela inédita SUPLICIOS de Javier Hernández Quezada.
* Poemmas de Laura Jáuregui y Paty Blake
* Rondas y lecturas: "Superficie Sucesiva", de Ricardo Solís, y "El fuego tras el espejo", de Esalí.
* Palabrario: Yins y Bluyins

*
Hiperventilar nuestro palabrario con bocanadas de anonadamiento. Engañarlo bófonamente. La sustanciación vendrá tarde o temprano, o no lo hará: ése ha sido su derrotero permanente. Sus motivos son otros.

martes, mayo 13, 2003

Hacemos como que le sacamos brillo a las palabras. Bruñir es la misión que hemos aceptado, y no suena mal:
Habemos vida bruñendo.

Cada día, cada vez, cada rato, regurgitamos lenguaje. Lo reverberamos.
El lenguaje no ha muerto; no les creo. Nada más anda perdido. Seguramente se cayó dentro de sí mismo. Y se calló. Anda por ahí, ensimismado.

lunes, mayo 12, 2003

Este miércoles aparece LETRARTE, suplemento de literatura, en Bitácora, con textos de Javier Hernández Quezada, Paty Blake y Laura Jáuregui, además de entrevista con Eduardo Arellano y algunos asuntos más...

domingo, mayo 11, 2003

¡ A Z Ú C A R !

*

jueves, mayo 08, 2003

De la creación como suceso

Su génesis. Cómo es la ruta de la creación. De dónde vienen las imágenes. Cuál es su mecanismo de hechura. Cómo es que funciona la reconstrucción plástica del mundo...

** Más carnita en R E F R A C T A L I A

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el escritor aquel habría de recordar la tarde remota en que su guardarropía lo llevó a caer en las trampas de la combinatoria.

miércoles, mayo 07, 2003

Difiero del mundo previo: por eso escribo: porque quiero modificar el orden de las cosas: eso es la literatura: la pretendida expresión de nuestros diferendos con lo ajeno digerido: un paso hacia otro lugar.

martes, mayo 06, 2003

Entonces empezaron a exhibir sus partes enjugadas, hechas caldo, pasta y tajada: uno tomó una pierna, otro más una porción de pecho, aquél las frituras hechas de piel crujiente, los demás alternando trozos de carne jugosa con bocados granulosos de aromático embutido, aquél preparado con las entrañas tiernas en aceite de oliva, vino blanco y especias: siguió la desnudez rotunda, y llegó la hora del cuerpo a cuerpo, del sudor, del temblor, de la carne encendida y el regusto de salitre en las axilas. Tarde y temprano llegó el éxtasis cachondo, y fue la nada.

Horas después, luego del sueño, críticos y escritores comenzaron a vestirse.

*

domingo, mayo 04, 2003

La folia impoluta me arredra llana. Ergo la vitupero: ¡anabolena!
Literatura, causa y efecto:

A T O L O N D R A M I E N T O
D E S L I N D E
U M B I L I C O C E N T R I S M O
H I P E R E S T E S I A
E S T R U E N D O M U D O *
A G O R E R Í A C O L A P S A D A

* Amable aportación de C.V.
Y luego aparece el silencio y no dice nada, y uno se queda pensando que el mundo es una interrupción caótica del gran silencio que es antes y después de la primera mayúscula y el último punto final. Es probable que la Cábala sea la respuesta, la pauta o el pretexto: hay que seguir reescribiendo.

sábado, mayo 03, 2003

Desconfío de los escritores, pasmados casi siempre en el caldo de su ensimismamiento.
Desconfío de los críticos, abecedebrios de sus elípticas convicciones.
Las letras son veintitantas.

viernes, mayo 02, 2003

Eso de la escritura clandestina es un asunto improbable: escribimos para ser leídos, para ser descifrados por los signos que fraguamos, y reconstruimos, y transpiramos. Somos pura especulación jugando al deslinde.

lunes, abril 28, 2003

Escribió Martí: "Gotas de gordo aceite son mis días / pasan tan lentamente que no pasan". Hoy difiero: habitamos tiempos light. ¿Será así nuestra escritura?

viernes, abril 25, 2003

Este es un silencio imposible: la ausencia de sustancia resulta ominosamente abrumadora: la literatura necesita de asuntos carnosos, no de emplastos oleaginosos: de nada sirve caminar sobre aceite: las caídas pueden ser peligrosas: escribir es un riesgo controlado, sin control: dos puntos.

miércoles, abril 16, 2003

Justo en este instante, alguien escribe algo que podría cambiar radicalmente nuestra concepción acerca de las letras y sus circunstancias. Afortunadamente, nunca estaremos seguros. Por eso seguimos escribiendo: toda escritura es una apuesta al imperio de la combinatoria. También por eso, cábala y cábula son tan esencialmente afines. Por eso.
Escribir es como pelar papas: tiene mucho de sacrílego.

viernes, abril 11, 2003

Nunca aprenderemos a mantenernos callados.
Siendo así, mejor hacerlo con estilo.
Con frecuencia, las ideas se nos adelantan a la tinta; por eso siempre es prudente cargar con un borrador mental.
Con frecuencia, la tinta se nos adelanta a las ideas; por eso siempre es prudente cargar con un poco de vergüenza.

miércoles, abril 09, 2003

La escritura está irremediablemente condenada a morderse la cola, a olfatearse las partes.

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martes, abril 08, 2003

Y los dedos se escurren, y la mirada se duele, y las sienes se laten, y la espalda se acomba, y la atención se atolondra, y el mundo se ensordina, y la experiencia se remota, y la luz se hace menos, y la gente se obnubila, y la voluntad se flacidece, y el sentido común se yerra, y una mueca complacida se instala en un extremo de la boca mientras seguimos escribiendo como quien se fuma el último cigarro de la cajetilla oculta.

lunes, abril 07, 2003

La seriedad es una broma semántica que pocos comprenden.

sábado, abril 05, 2003

Las letras son el engrudo de la realidad ideada.
El mundo es un esquema relacional, un entramado.
La sustancia existe incógnita: por eso inventamos la literatura.
Nada como el adobe define al escritor.


viernes, abril 04, 2003

El ornitorrinco es un epicentro (épico vórtice) que tiende a difuminarse. Se trata de un zoofisma.

miércoles, abril 02, 2003

Entonces se dedicaron a remitirse, referirse, interactuarse, comunicarse, elogiarse, vituperarse, reflexionarse, hacerse pontífices (y sentirse como tales), devanearse, darse de codazos, darse de caricias, tutearse, levantarse las faldillas, tocarse los egos, relumbrase las ideas, reproducirse en los cotos, refugiarse en ellos, hacer de sus nombres lumbreras y de sus decires propaganda: nacieron los escritores, y el mundo cayó y calló: se había hecho la tinta.

martes, abril 01, 2003

D E R O G A D O

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lunes, marzo 31, 2003

Así de orgánica, insuperablemente nuestra es la escritura: justo en este instante, una floreciente colonia de estreptococos me habita, y las letras terminan confundidas (como yo) con el innoble caldo de jugos que fatalmente las emana. Tengo una desleal bonanza de ideas licuefactas: ya se asoman...

viernes, marzo 28, 2003

D E R O G A D O

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Agazaparse hacia fuera. Volver los pasos hacia uno mismo, de espaldas. Entintar las entrañas. Dar vueltas alrededor de las letras. Amasar las probabilidades de expresión. Conjeturar verbados. Desencriptar el caos que nos habita. Intentarlo. Ponerle patitas a la comezón de la tinta. Hacer ochos en la jaula letrera que pretende guarecernos. En papel horrisonarnos. Puras jaladas, y uno mareado.

jueves, marzo 27, 2003

Helarte: Quedar pasmado ante la inclemencia de un ámbito, circunstancia, suceso u objeto perturbador.

El arte: Quedar pasmado ante la inclemencia de un ámbito, circunstancia, suceso u objeto perturbador.

El Arte con mayúscula: Puritita exaltación.

miércoles, marzo 26, 2003

Las letras terminan irremediablemente por desaforarnos. Nosotros, vengativos, las pintamos de aforía.

martes, marzo 25, 2003

Luego viene la mejor parte: escribimos, inventamos mundos en los que nos es dado descansar el séptimo día, y jugamos a la cábala hecha malabar que son las letras que acomodamos a nuestra imagen y semejanza. Ego creator, ergo quiúbole quién andai. Es el charco grande de nuestra autoconciencia especular. Por fotuna al calce, al alacrán crán crán le sobra cola que le pisen. Umbilicocentrismo.
Y sin embargo sigue existiendo como posibilidad. El mundo en que vivimos, ese que por el que somos respirados, no es sino una arista visible de su propia combinatoria.

lunes, marzo 24, 2003

El ornitorrinco es la suma de sus propias ubicuidades, apelambradas.
Nada: palabras aladas (haladas) para alabar calas, balas, lanzas baratas, chatas alambradas, malas babas, patrañas pasadas mal amarradas, garras atadas, cazas atrasadas, caras largas, máscaras falsas, andanadas canallas, patadas rasas, bajas cantadas, masas abrazadas, zanjas abrasadas, llamaradas, papanatas, nada. Watta Paz.
Estamos enfangados en el chapoteadero de las letras. Parece que la escritura nos tiene tomada la medida, y carecemos de pudores dietéticos, y ético, y estéticos. Necesitamos del estreñimiento.
La escritura es un medio esencialmente antinatural. La distancia que nos separa de los signos es la misma que nos une con lo absoluto. Todo nombre es una impostura; toda convención escritural, una mueca.

jueves, marzo 20, 2003

Mito recurrente: cuando la palabra deviene metáfora, el corazón colinda andrógino.

martes, marzo 18, 2003

Su realismo y el nuestro no son tan distantes como pudiéramos pensar: además de estar colgando de sus espectros, hoy vamos por ahí chapoteando en el charcódromo de la escritura automática: dos puntos y bloggueamos cual motores al borde del desbiele.

lunes, marzo 17, 2003

PALINDROMAS APURALMENTE EXISTENCIADOS
(Severo revés)

Ser o no ser: ¿es honor? ¿es?

*

¿Eva o ave?

¿Adán o nada?

*

¿Somos
seres
o no?

domingo, marzo 16, 2003

Vamos por partes. Es absurdo afirmar lo contrario.
Luego nos da por sentarnos frente a una pantalla de luz engañosamente azul, para jugar a que somos los depositarios de la verdad teclada, y que nuestra misión, que hemos ya decicido aceptar, es dar a conocer al mundo esas verdades iniciáticas que, con sutileza, dejamos entrever como nuestras en las palabradas que lanzamos al espacio electrónico.
Lo bonito de esto es que la red, gran mascarada, nos ampara con su abrigo de ubicuidad, que es como la nada entre dos espejos encontrados, y terminamos destripándonos impíos.
De cualquier forma, se trata de un gran engaño programado, y esto no es culpa (o virtud) de la güeb: las letras, pixeladas o entintecidas, son expresiones alternas de la realidad, y la forman, y la deforman.

viernes, marzo 14, 2003

Cuando escribimos, intentamos cambiar al mundo y sus relaciones. Inocentes, en ocasiones creemos que somos algo más que la diéresis extraña en una i del universo cabalado.

jueves, marzo 13, 2003

Quien no haya escuchado a Pérez Prado comete un gravísimo error. El mambo (bien escuchado, en soledad, con atención, presenciado como mantra) funciona como vigorizante, como puesta en marcha de las maquinarias mentales menos utilizadas, como revulsivo conceptual, y revitaliza las partes blandas por desuso.

Cuando escribimos, intentamos hacer lo que el cara de foca: abstraernos, dejarnos llevar, hacer a un lado sujeciones torpes o inoperantes. El icuiriricui, el sacalacachimba, son agoreros pachucos; por las letras, buscamos siempre (no nos hagamos) ser eso, videntes, adelantarnos al caos que con las palabras nos alcanza y habita, para jugar a ponerle orden al futuro.

Dijo el hombre en cierta ocasión: "¡Mividas!" "¡Mividitas!"
Tiempo después lo comprendí.

miércoles, marzo 12, 2003



S I L E N C I O
Por si fuera poco, la escritura empieza siempre desde cero, asunto que resulta, cuando menos, extraño. Vamos por ahí alucinando con las revoluciones que nos inventamos, y las palabras hacen fila para carcajearse. Vivimos impostados por los textos que nos fabricamos para combatir el caos, y terminamos como los perros y los palindromas, persiguiéndonos las partes últimas, que son las primeras.
Yo por eso creo, por incrédulo.
Y es que no es cierto, la escritura es un trabajo oleaginoso, resbaladizo y ominosamente probable. Es necesario perderle un poco la fe a las letras (alas-letras, halas letras, no te hagas), si queremos seguir teniéndolas en las manos, no anichadas a tres metros de altura: los textos elevados pueden fácilmente causar tortícolis intelectual.