lunes, junio 26, 2006

La poesía es indefendible; sólo los malos poeta defienden su poesía.
Novedad:
fuera de la poesía, la poesía no existe;
la poesía necesita de la poesía para ser.

viernes, junio 23, 2006

Habría que renunciar a la estética, o cuando menos terminar de quitarle la cáscara: dos puntos.
El lenguaje es una cubierta de pelusa que caverna para no mojarnos de pelambre afortunado.

En tanto los dedos traca ta traca.

(Y claro: en el fondo, mueca)

miércoles, junio 14, 2006

Aurilegio refocil al retamar remambarambo del arrebol chico y feraz del día a día.

Es estupendo estar.

martes, junio 13, 2006

** Este texto lo escribió el buen Poncho Garcicortez. Gracias a él.


Notas para la presentación de

Zoofismas
de Raúl Fernando Linares

Alfonso García Cortez, mayo/06/Feria del Libro

La fascinación por los animales ha estado presente desde que el hombre es hombre o cosa similar, acaso porque forman parte inevitable de nuestro tránsito por este mundo... y por el otro.

Es en los animales que nos miramos reflejados, pues en ellos reconocemos y a ellos atribuimos nuestras virtudes, defectos y pasiones. O será tal vez que nos asusta una identificación más profunda siendo como es el hombre, un animal, pero uno que se define a sí mismo diferente y superior a esos otros que, compañía o alimento, salvación o amenaza, mansitos o salvajes, nos pueblan el universo real, pero también el simbólico.

De lo anterior existen innumerable testimonios: las pinturas rupestres, las elaboradas construcciones mitológicas de la antigüedad, la magia, la historia natural, las artes y las alegorías religiosas... Tales, por ejemplo, las fábulas del mundo clásico, o los Bestiarios medievales que describían animales reales o imaginarios, para proporcionar una enseñanza moral.

Y digo los Bestiarios porque sobre esta tradición recordamos, inevitablemente, a Juan José Arreola y a Julio Cortázar. Borges tiene el suyo, el Manual de zoología fantástica, que es también una suerte de inventario de los animales que campean por las literaturas clásicas, las orientales y aún la Biblia. Por su parte, Arturo Arredondo, en Gozoología mayor, explora "los detonadores del erotismo, y particularmente de los efectos del valor simbólico que el mito o el arte han conferido a ciertos animales". Roberto Castillo añade el "lagartario" familiar que forma su "Cartografía del alma". Y el poeta español Angel González en su "Introducción a las fábulas para animales", propone la fábula al revés: mostrar a los animales cómo ser más animales mediante la observación de la conducta humana.

Siguiendo estos caminos, Raúl Fernando Linares nos proporciona su propia interpretación de este género que es el Bestiario, en Zoofismas (Premio Estatal de Literatura 2004), dividido en tres partes: "Babel en Esopo", "Cunas para dragones" y "Esas bestias mansas". En semejantes prados pastan los especímenes más diversos: el mono y sus reminiscencias darwinianas, el metafísico y cervantino Rocinante, el esforzado y fiel Babieca, la cachora miniosauria, el ornitorrinco espejo; lo mismo el hongo microscópico que el mítico dragón, el camarón trilobite y las lombrices. También ese hijo que es cachorro de esas bestias por fin domesticadas: el poeta y la poesía, contrapuestos a la definición de Pancho Morales "...las condenadas, las malditas palabras, esas bestias sin amo...".

Un Bestiario, en suma, en donde sólo falta, para complementarlo y par darle su forma concluida, esa bestia mayor que somos Usted y yo; el público lector.

Bienvenido sea.
Con todo,
esto es un río de conejos bonanzos
y al filo de su lechuga,
un mapachal en domingo,
sin antifaz y de cola trenzada.

viernes, junio 09, 2006

La belleza es una suma de chanchos, decidiendo a puerta cerrada cuál es la mejor mazorca de la temporada.

La belleza, por su parte, sigue pensando en otra cosa.

La belleza, por su parte, sigue papando moscas.
Corrección:

la belleza es la hache (muda) que muerde las rebabas de nuestros abecedebrios.

Si lo bello no atolondra, ánimas que no amanezca.
La panza de la belleza es lo de menos.
Vivimos cazando ombligos.
Ahí está la verdad, panda y nomeolvides.